No hay fuerza en mis manos, solo en Tu voz
Cuando todo se apaga, Tú sigues siendo Dios
Dejo caer mis armas, mi control y mi temor
Porque en Tu voluntad encuentro amor
No quiero pelear por mi razón
Quiero perderme en Tu corazón
Si el mundo corre, yo quiero esperar
Porque rendirme es comenzar a ganar
Haz de mí un altar de obediencia
Un fuego puro de Tu presencia
Mi orgullo se disuelve en Tu querer
Mi vida entera Te pertenece